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Se han cumplido veinte años desde la publicación de El día que la vea la voy a matar. Se
trata del primer libro de Guillermo Fadanelli y la pieza más extravagante de
toda su obra hasta la fecha. Quienes leyeron el libro en ese entonces aún lo
recuerdan como una atractiva malformación dentro de la creación literaria.
Tanto el estilo como la trama de los relatos
revelan una desmesura tal que por momentos la literatura toca los
límites de la historieta hiperrealista. Un exceso de realidad bruta que bien
mirada no es más que un dibujo sutil de la vida cotidiana de los hogares
urbanos. Y como hace dos décadas, repetimos lo que entonces se escribió en la
contraportada del libro: "Una contribución importante al género de la literatura basura." Un hombre que
desea atravesar la pared para encontrar un mundo mejor, un suicida que es
aplaudido por los curiosos para que se lance del edificio, un loco que mata al
perro de su vecino, un extraño cuento de realismo mágico donde abundan los
puercoespines. Aquí vamos de nuevo.
FRAGMENTOS:
“Antes
de morir, Guillermo me preguntó:
—¿A
dónde quieres ir a comer?
Instantes después un auto lo atropelló
haciéndolo rodar más de veinte metros por el piso. Corrí a auxiliarlo y sólo
encontré un amasijo de carne y huesos. El auto se había detenido más adelante y
el conductor, pálido y arrepentido, descendió de la máquina, se arrodilló, se
llevó las manos al rostro y lloró poseído de una afectada amargura. Me conmovió
tanto que me apresuré a consolarlo:
—No te preocupes, no era gran cosa —le
dije.”
“Dos policías cuya labor
principal consistía en cuidar la fluidez de los autos a fin de evitar un congestionamiento
abandonaron sus puestos y se integraron a la muchedumbre para observar al
sujeto, que a pesar de parecer decidido a suicidarse había ya consumido más de
cinco minutos en un aburrido preámbulo. La voz de un hombre rompió el silencio
aterrador de la masa.
—¡Si te vas a tirar, hazlo de
una vez; aquí hay gente que tiene cosas que hacer!”
“—Con un
poco de concentración —me dijo— atravesaré la pared.
No añadió nada más pero algunos
días después fui testigo de su primer intento. Tomó distancia —casi dos
metros—, corrió hacia el muro y se estrelló provocando un tremendo escándalo al
caer al suelo. Quise auxiliarlo pero él me rechazó amablemente.
—No te preocupes, estoy
acostumbrado.”
EL DÍA QUE LA VEA LA VOY A MATAR (112 páginas)
GUILLERMO FADANELLI